Hablemos de Artritis: Impacto en la Calidad de Vida y Bienestar
La artritis se caracteriza por la inflamación y sensibilidad en una o varias de las articulaciones. Los síntomas principales incluyen dolor y rigidez articular, los cuales tienden a aumentar con el paso del tiempo. Entre los tipos más comunes de artritis se encuentran la osteoartritis y la artritis reumatoide.
La osteoartritis provoca que el cartílago (tejido que recubre los huesos de la articulación) se rompa. La artritis reumatoide, por su parte, es una enfermedad en la cual el sistema inmune ataca las articulaciones, comenzando por el revestimiento de las mismas.
Los signos y síntomas de la artritis varían según el tipo; y los más frecuentes son Dolor, Rigidez, Hinchazón, Enrojecimiento y Disminución de la amplitud de movimiento.
Osteoartritis, el Tipo más común de Artritis
La Osteoartritis (artrosis), provoca daño por desgaste del cartílago de la articulación.
El cartílago actúa como un amortiguador en los extremos de los huesos, permitiendo un movimiento articular suave y sin fricción. Sin embargo, si se produce suficiente daño, los huesos pueden rozar directamente entre sí, lo que resulta en dolor y limitación del movimiento. Este desgaste natural puede desarrollarse a lo largo de varios años o acelerarse debido a lesiones o infecciones en las articulaciones.
La artrosis también conlleva cambios en los huesos y deterioro de los tejidos conectivos que sostienen la articulación. Cuando el cartílago de una articulación sufre daños graves, la membrana sinovial que la recubre puede inflamarse y producir hinchazón.
Artritis reumatoide; Sistema inmune
En la artritis reumatoide, el sistema inmunológico del organismo ataca la membrana sinovial, que es una capa resistente que rodea y lubrica todas las partes de las articulaciones. Esta membrana sinovial se inflama y se agranda, lo que puede conducir eventualmente a la destrucción del cartílago y el hueso dentro de la articulación.
Según las directrices de tratamiento proporcionadas por la Sociedad Chilena de Reumatología, la artritis reumatoide se caracteriza como una enfermedad articular inflamatoria crónica, autoinmune y sistémica, de origen multifactorial y desconocido. Esta condición puede progresar hacia la destrucción y deformidad de las articulaciones, a menudo resultando en una discapacidad significativa. Además, puede afectar también a tejidos fuera de las articulaciones.
Para afirmar que un paciente tiene una artritis reumatoide, debe reunir al menos 4 de los 7 criterios que se detallan a continuación y por un lapso de seis semanas o más de evolución:
-Rigidez matinal de por lo menos 1 hora.
-Artritis de 3 o más articulaciones, observada por un médico.
-Aumento de volumen de muñecas, metacarpofalángicas e interfalángicas proximales.
-Artritis simétrica. El compromiso bilateral de metacarpofalángicas, interfalángicas proximales o metatarsofalángicas puede no ser absolutamente simétrico.
-Nódulos reumatoideos observados por médico.
-Factor reumatoideo sérico positivo.
-Alteraciones radiológicas características: erosiones u osteoporosis yuxtaarticular.
Para corroborar los hallazgos clínicos, los especialistas pueden indicar Radiografías, Tomografía computarizada, Resonancia magnética y Ecografías.
Factores de riesgo
Uno de los principales factores de riesgo es la predisposición genética, ya que algunos tipos de artritis, como la artritis reumatoide, tienden a ser hereditarios. Además de la genética, la edad también desempeña un papel importante en el riesgo de desarrollar artritis. A medida que envejecemos, nuestras articulaciones pueden volverse más propensas al desgaste y la inflamación. Asimismo, el sexo puede influir en el riesgo de artritis, con una mayor incidencia de ciertos tipos de artritis en mujeres, como la artritis reumatoide, y en hombres, como la gota.
Las lesiones articulares previas también pueden aumentar el riesgo de artritis en las áreas afectadas. Las personas que han experimentado lesiones en las articulaciones, ya sea por deportes u otros accidentes, tienen una mayor probabilidad de desarrollar artritis en esas articulaciones a lo largo del tiempo.
Por su parte, la obesidad también se ha identificado como un factor de riesgo importante para la artritis, ya que el exceso de peso ejerce una presión adicional sobre las articulaciones, lo que puede provocar un mayor desgaste y aumentar la inflamación.
Tratamientos y Calidad de Vida
El tratamiento de la artritis se enfoca en aliviar los síntomas y reducir la inflamación de las articulaciones. Fármacos Antiinflamatorios no esteroideos como el Celecoxib, Ibuprofeno y el Naproxeno Sódico suelen ser muy efectivos para el alivio del dolor y la inflamación.
Además, pueden ser indicados Contrairritantes (cremas) como la capsaicina Presyc Crema y ungüentos que contienen mentol; Fármacos Esteroides como la Prednisona, y medicamentos reumáticos modificadores de la enfermedad como la Hidroxicloroquin y la Sulfasalazina.
Por último, se recomienda la terapia física personalizada, con entrenamiento de la capacidad aeróbica combinado con el entrenamiento de la fuerza muscular y preservación de rangos articulares, así como incluir rutinas de movimientos articulares en todos los ambientes donde se encuentre el paciente, ya sea el trabajo o la casa.
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