Infarto: cómo reconocerlo, prevenirlo y cuidar la salud del corazón.

El corazón es, sin duda, uno de los órganos más nobles y vitales de nuestro cuerpo. Late sin descanso desde el primer instante de vida y nos acompaña en cada emoción, esfuerzo y momento de calma.
Sin embargo, pocas veces pensamos en él hasta que algo falla. El infarto de miocardio —o ataque cardíaco— es una de las principales causas de muerte en el mundo, pero también es una de las más previsibles si aprendemos a cuidar nuestra salud y a reconocer las señales de alerta a tiempo.
Hablar de infartos no significa sembrar miedo, sino tomar conciencia de que detrás de cada cifra estadística hay vidas que podrían haberse salvado con información clara, prevención adecuada y atención médica oportuna.
¿Qué es un infarto y por qué ocurre?
Un infarto ocurre cuando una de las arterias que llevan sangre al corazón se bloquea, generalmente por la acumulación de grasa, colesterol y otras sustancias que forman lo que se conoce como placa.
Esa obstrucción interrumpe el flujo sanguíneo y priva de oxígeno a una parte del músculo cardíaco. Si la circulación no se restablece a tiempo, ese tejido comienza a morir.
La rapidez con la que se actúe es determinante: los primeros minutos y horas, conocidos como “la hora de oro”, pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte, así como entre una recuperación total o complicaciones permanentes.
¿Cuáles son los factores de riesgo?
Algunos factores no se pueden modificar, como la edad, el sexo o los antecedentes familiares. Sin embargo, muchos de los principales detonantes sí dependen de nuestros hábitos y estilo de vida:
- Hipertensión arterial no controlada.
- Colesterol elevado.
- Diabetes.
- Tabaquismo.
- Obesidad y sedentarismo.
- Estrés crónico.
- Alimentación rica en grasas saturadas y ultraprocesados.
Hablemos de los síntomas
Aunque cada persona puede experimentarlo de forma distinta, existen señales clásicas que no deben pasarse por alto:
- Dolor o presión intensa en el pecho que puede irradiar al brazo izquierdo, cuello, mandíbula o espalda.
- Falta de aire repentina.
- Sudoración fría.
- Mareos o desmayos.
- Náuseas o vómitos.
En las mujeres los síntomas pueden ser más sutiles, como dolor en la espalda, fatiga inusual o malestar estomacal, lo que en ocasiones retrasa la consulta médica.
¿Qué hacer ante un infarto?
Si se sospecha de un infarto, lo más importante es llamar inmediatamente a emergencias. Nunca se debe esperar “a ver si pasa” ni intentar conducir hasta un hospital. Mientras llega la ayuda, la persona debe permanecer en reposo, tranquila, y si un médico lo indicó previamente, se puede administrar aspirina.
Cuándo y a qué médico acudir
De inmediato: si aparecen los síntomas descritos. La primera valoración corresponde a los servicios de urgencias.
Para prevención y seguimiento: es recomendable acudir periódicamente al cardiólogo, especialista en enfermedades del corazón. El médico general también cumple un rol clave en la derivación y control inicial.
Después de un infarto: además del cardiólogo, puede intervenir un equipo multidisciplinar: nutricionista, fisioterapeuta y psicólogo, ya que el impacto no es solo físico, sino también emocional.
Medicamentos y accesorios disponibles en farmacia
El tratamiento tras un infarto siempre debe estar indicado por un especialista, pero desde la farmacia se pueden encontrar varios productos que forman parte del manejo y la prevención:
-Aspirina (ácido acetilsalicílico): utilizada como antiagregante para prevenir la formación de coágulos en pacientes de riesgo, siempre bajo indicación médica.
-Medicamentos para la hipertensión: como betabloqueantes (atenolol, propanolol, carvedilol), inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (enalapril, ramipril, captopril) o antagonistas de los receptores de angiotensina II (losartán, valsartán, irbesartán, candesartán). Estos ayudan a reducir la presión arterial y a disminuir la carga sobre el corazón.
-Estatinas: indicadas para el control del colesterol, fundamentales en la prevención secundaria tras un infarto (atorvastatina, rosuvastatina).
-Anticoagulantes orales: en algunos casos, el médico los prescribe para evitar nuevas obstrucciones (warfarina, rivaroxaban).
Además, las farmacias ofrecen accesorios de control y autocuidado que son aliados en casa:
-Tensiómetros digitales para monitorear la presión arterial.
-Glucómetros para pacientes con diabetes.
-Oxímetros de pulso, útiles para medir la oxigenación en sangre.
-Suplementos recomendados por especialistas, como ácidos grasos omega-3, que apoyan la salud cardiovascular.
Contar con estos productos en el hogar permite a los pacientes y sus familias mantener un seguimiento más cercano y sentirse más seguros en el proceso de recuperación.
Prevención: ¿Qué podemos hacer en casa?
La buena noticia es que gran parte de los infartos se pueden prevenir adoptando hábitos saludables y manteniendo un estilo de vida activo:
-Alimentación equilibrada: priorizar frutas, verduras, legumbres, pescado y aceite de oliva; reducir sal, azúcares y grasas saturadas.
-Ejercicio regular: al menos 150 minutos de actividad moderada a la semana, como caminar, nadar o andar en bicicleta.
-Control del peso y del azúcar en sangre.
-Dejar el tabaco y limitar el consumo de alcohol.
-Manejo del estrés: técnicas de relajación, pausas activas en el trabajo, tiempo para el descanso.
-Chequeos médicos periódicos: medir presión arterial, colesterol y glucosa, incluso en personas sin síntomas.
El papel de la familia y el entorno
El cuidado del corazón no es un esfuerzo individual. La familia y las personas cercanas cumplen un papel fundamental: motivar a llevar una vida más saludable, acompañar en el cumplimiento del tratamiento y reconocer los signos de alarma.
Incluso en el ámbito laboral, cada vez más empresas promueven programas de bienestar que ayudan a reducir riesgos cardiovasculares entre sus empleados.
El infarto es un evento serio y muchas veces inesperado, pero no inevitable. La información, la prevención y la atención temprana pueden salvar vidas.
Cuidar del corazón implica mucho más que evitar la enfermedad: significa proteger nuestra energía, nuestro tiempo y nuestra capacidad de disfrutar de la vida con quienes queremos.
Desde Biofar, acompañamos a cada persona en este camino, facilitando el acceso a medicamentos esenciales, accesorios de control y productos que contribuyen al bienestar diario. Porque un corazón sano no solo late más fuerte: late por más tiempo y con mayor calidad de vida.
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